Las navajas son moluscos bivalvos que habitan en los fondos del mar, concretamente enterrados en la arena de forma vertical en agujeros que llegan a medir los 50 centímetros de profundidad. Sin duda son un aperitivo que nos vuelve locos a los amantes del marisco, pero para disfrutarlo como se merece, tenemos que asegurarnos de haberlas limpiado bien y de haber eliminado toda la arenilla que se pueda quedar en las conchas.
Un marisco sabroso, nutritivo y versátil en la cocina, cuya preparación comienza con un truco de cocinero para limpiarlas y que no quede ni un poquito de arena. Las navajas suelen venderse en una rejilla bastante apretadas (a comparación de por ejemplo una malla de naranjas o de patatas) que hace que no se abran en el proceso de transporte y puedan llegar a casa aún cerradas. Si directamente pasas la malla de navajas por el grifo del fregadero, probablemente no consigas mucho, así que lo mejor es que cojas un vaso alargado y lo llenes de agua. Lo ideal es que esta agua sea de mar, pero si le echas sal hace el mismo efecto. El truco es introducir las navajas en esta agua salada de forma vertical, al igual que cuando están en los agujeros que cavan en su medio natural.
Así, las navajas se abrirán un poco (¡incluso pueden llegar a asomarse!) y poco a poco la arena irá cayendo al fondo del vaso o recipiente. Aconsejamos dejarlas durante 2 ó 3 horas y cambiar el agua de vez en cuando, de esta manera hasta que se vacíen por completo de la arena que puedan portar. Una vez limpias, puede conservarlas en la nevera y tapadas con un trapo húmedo.
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